Campeona nacional en 50 y 100 metros libres y medallista en el Sudamericano juvenil de Perú representando a Argentina. Todo eso a los 15 años y con tan solo seis de entrenamiento. El talento de Macarena Carrizo en el agua (y fuera de ella) está a la vista.
Nacida el 16 de octubre de 1999 en el barrio porteño de Versailles, comenzó a hacer natación por recomendación médica, cuando le detectaron un pequeño problema en el corazón. Llegó a Obras con apenas nueve años, en 2009, al mismo tiempo que a Marcelo Mustacciolo se le abrió la puerta para ser el entrenador del equipo aurinegro. De hecho fue él quien le vio condiciones y habló con sus padres para llevarla al club. En todo este tiempo, Macarena se trasformó en una gran nadadora de estilo libre y, sobre todo, adquirió un enfoque y una dedicación poca veces vista en una persona de su edad. Teniendo en cuenta estas condiciones, seguramente desaparezcan más temprano que tarde esas muletas que usa para evitar apoyar su rodilla izquierda luego de un golpe por un resbalón que sufrió en el Sudamericano y que no le permitió participar en la final de los 50 metros libres.
Y para estar más cerca de su pasión, este año decidió sumarse al tercer año del Instituto Obras, donde pretende seguir el profesorado de educación física en el futuro. “Quise venir porque estoy más cerca de lo que me gusta hacer. Si llego cinco minutos tarde no pasa nada. Entré muy bien, los chicos me integraron enseguida. Tengo buenos compañeros. Acá hay muy buena educación, los profesores son de calidad. Un poco exigentes, pero está bien. La verdad que me encanta”, comentó.
Humilde y bastante tímida a la hora de hablar, Macarena cuenta sus sueños, describe su personalidad y hace referencia al gran momento que está pasando.
-¿Cómo fue tu experiencia en el Sudamericano juvenil de Perú?
-Más que nada me gustó mucho vivir esta experiencia con compañeros que conozco de todos los torneos. Es la segunda vez que me tocó representar a Argentina a nivel sudamericano. Traer medallas fue un orgullo muy grande para mí.
-¿Sentís que estás en un gran momento en este comienzo de tu carrera?
-Cómo dice Marcelo, mi entrenador, estoy subiendo los primeros escalones. Por ahora estoy en un segundo nivel. Siento que el entrenamiento se pone cada vez más fuerte. Quiero progresar cada día más, entonces yo lo exijo bastante a Marcelo y él me dice que espere. Siento que voy bien, siempre por más. Me siento muy bien, porque cuando vos venís de un club muy chico no pensás que podés llegar a un Sudamericano o ser campeona nacional. Estoy feliz por eso.
-Se nota que tenés una madurez muy diferente en comparación a la mayoría de las chicas de tu edad. Estás muy enfocada en lo que querés.
-Sí. Por ejemplo, mis compañeras de colegio piensan en salidas y fiestas, mientras que yo solo pienso en entrenar, en que no puedo salir un sábado porque al día siguiente tengo que ir a entrenar. A veces es difícil, creo que soy muy dura en ese aspecto.
-¿Sos muy exigente con vos misma?
-A veces sí. En los torneos me exijo demasiado y me pongo muy nerviosa, hasta llegar al punto de ponerme a llorar después de una carrera.
-¿Te pasa muy seguido?
-No tanto, me pasa cuando no estoy conforme con las marcas que hago. Últimamente trato de controlarme.
-¿Cómo te definirías como nadadora? ¿Qué aspectos técnicos tenés para vencer a los demás?
-Todos me dicen que la altura me ayuda a ganar. Me dicen que hago dos brazadas y ya llego al otro lado (se ríe). Igual creo que los resultados tienen que ver más con la técnica. Si sos rápido y tenés buena técnica te va a ir muy bien.
-¿Tenés referentes?
-Tengo como referente a Georgina Bardach, quien llegó muy lejos con esa medalla de bronce olímpica en Atenas 2004. También me gusta mucho José Meolans. Ellos son mis dos grandes ídolos.
-¿Qué significa Marcelo Mustacciolo en tu vida?
-Es mi segundo papá. Me conoce desde muy chiquita, conoce toda mi vida. Paso mucho tiempo con él, lo quiero un montón.
-¿Y representar a Obras?
-Significa muchísimo, porque fue el club donde me desarrollé. Marcelo me ayudó mucho a saber cómo representar al equipo y a la Selección argentina. Aparte estoy en un equipo que es todo para mí. Son amigos, son como familia. Con ellos puedo contar para todo.
-¿Cómo tomás el hecho de ya poder competir contra nadadoras más grandes?
-A veces me pone nerviosa porque sé que me van a ganar, pero a la vez me motiva competir en esas condiciones. Sé que si son buenos yo puedo llegar a ser como ellos.
-¿Cuáles son tus objetivos a corto y largo plazo?
-Sueño con ser la mejor nadadora del mundo. Me encantaría llegar a un Juego Olímpico y volver con una medalla. Quiero seguir entrenando fuerte y, a corto plazo, poder mejorar todas mis marcas y llegar a ser campeona sudamericana.
Agradecimiento y admiración
Marcelo Mustacciolo es una de las personas que más conoce a Macarena, tanto en el aspecto deportivo como humano. El entrenador refleja su felicidad por el progreso de su dirigida. “Es increíble verla en este momento. Era un diamante en bruto, lo empezamos a trabajar y de a poquito fue dando resultado. Desde la nada llegó a estar en un seleccionado argentino. De ser una nadadora de escuelita pasó a ser una campeona nacional. Es tremenda la satisfacción que me genera. Es mucho más lo que ella me dio que lo que yo le ofrecí a ella”, comenta.
Y agrega: “Es una increíble nadadora. No para de entrenar, viene hasta estando enferma. Es la primera que llega y es una de las últimas que se va. De todo el equipo es la que más continuidad ganó en todos estos años. Es una persona muy humilde, se adecua a las personalidades de sus compañeros, es muy amiga de las nenas más chiquitas y consejera de las más grandes. Se lleva bien con todos. Es una luz tenerla en el equipo”.
¿Cómo la ve en el futuro? “En un Mundial, representando a Argentina. Además está dentro del equipo de alto rendimiento de los dorados, los chicos con más proyección del país. Si sigue así, tranquilamente lo puede lograr”.