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Natación

La historia detrás del desarrollo

La natación del club vive un presente que ilusiona. En esto mucho tienen que ver dos personas: Rodolfo Zubillaga (63) y Marcelo Mustacciolo (45). Esta es la historia de como se reflotó hace ya 11 años un deporte con mucha historia en la institución.

La década del ’90 fue lapidaria para la mayoría de los clubes y sus deportes. Y Obras no fue la excepción. Tuvieron que pasar varios años y mucha agua debajo del puente para que, en 2006, se retomara desde cero con la actividad.

“En 2006 retomé mi vida en el club como profesor de natación del terciario del Instituto Obras, y al año me transformé en el coordinador del deporte. A partir de ahí le comenté al presidente Fabián Borro la idea de volver a tener un equipo que pudiera competir, así que la maquinaria volvió a funcionar y el club a tener un deporte más federado”, dice Zubillaga, quien es profesor de educación física y de natación y comenzó su relación con Obras cuando tenía ocho años.

Aquí aparece en escena el entrenador Marcelo Mustacciolo. “Hacía 20 años había trabajado en el club, pero por varias circunstancias me terminé yendo. En 2009 vine a buscar un certificado de servicios y me crucé con Zubillaga, quien me insistió para que volviera y empezar a construir de nuevo. Me ofrecieron un paquete de horas bastante importante y entrenar un equipo competitivo. Fue increíble, porque pusieron una combi para trasladar a mi propio grupo, que estaba en el club Vélez Sarsfield Norte. Los padres y los chicos me dijeron que sí. Además, dos veces a la semana enseñaba a los chicos del primario del Instituto”, cuenta.

En 2010 se armó oficialmente el equipo y en apenas seis meses empezaron a clasificar. En poco tiempo, Macarena Carrizo, la nadadora aurinegra con más proyección en la actualidad en las pruebas de velocidad, se federó y salió campeona nacional. A partir de ahí comenzó la carrera meteórica de los chicos con clasificaciones metropolitanas, nacionales e internacionales y convocatorias para los distintos seleccionados.

“En 2015 metimos a Obras entre las cinco mejores instituciones del Campeonato Metropolitano con un grupo de 25 chicos federados compitiendo en todas las categorías”, dice Mustacciolo.

Desde hace dos años, si los chicos que representan a Obras son del colegio, mucho mejor. El foco del proyecto está siempre en la formación.

“En 2012 propuse participar de la Liga Estudiantil, un torneo muy prestigioso, sin igual en toda la Argentina. A la dirigencia le gustó la idea de hacer entrar al Instituto Obras. En la primera edición fueron quintos, pero desde 2015 somos terceros y peleamos por el segundo lugar. La clave es poner más calidad que cantidad para estar en esta situación, porque está claro que muchas instituciones nos pasan por arriba en número de chicos”, sostiene el entrenador.

Además, confirma que Macarena Carrizo y Pilar Vítola son las nadadoras de más proyección que tiene el club. “Las dos son increíbles. Pilar entró más tarde que Macarena, pero en la progresión se nota que de a poquito fue subiendo. Se metió entre las ocho mejores nadadoras del país en su categoría, en espalda y en mariposa. Macarena se destaca entre las cuatro mejores del país como crolista. Por ahora entra como suplente en la convocatoria de los seleccionados, ya que como titulares ingresan las primeras dos del país. Hace tres veces a la semana gimnasio y toda la semana pileta. Tiene podios en nacionales, su proyección en increíble. Hay que pensar que todavía le faltan cuatro años de máximo desarrollo”, pinta el panorama.

En relación al primer equipo del club conoce bien los objetivos a futuro: “Primero, asistir a todas las competencias que tengamos. Segundo, acceder a las finales, que nuestros nadadores queden entre los 10 mejores. Si logro eso, quiere decir que hay una buena proyección. La idea es formarlos para que lleguen a ser campeones nacionales ya de adultos. Con mucho esfuerzo estamos demostrando que es posible”.

Mustacciolo tiene una rica historia que lo marcó a lo largo de su vida. “Ser entrenador es lo que siempre quise. A los cinco años lo miré a mi viejo, señalé a mi profesor de natación y le dije que quería ser como él. Hice el secundario para hacer luego el profesorado. Lo hice porque sabía que si no sos profe no entrabas a casi ningún lado. Además, la pedagogía me sirvió para la contención del chico, cosa que no se ve en general en los entrenadores. La natación lleva muchas horas viendo azulejitos, ida y vuelta sobre una línea negra durante horas y horas. Los entrenadores pierden nadadores a lo loco, sin embargo acá hay una continuidad. Macarena Carrizo está conmigo desde los nueve años, Pilar Vítola desde los 12. Recién este año se dieron algunas bajas, pero a la mayoría los tuve seis años trabajando”, explica.

Y agrega: “Cuando se separaron mis viejos me mudé a Merlo. La plata que me daba mi mamá para la merienda la ahorraba y me pagaba el club en Morón. Ahí entrenaba solo. Cuando a los 17 entré a estudiar al profesorado me convocaron para el seleccionado de la UAI. Pero me di cuenta que lo quería de verdad era ser profe. He tenido medallas, logros y trofeos. Nadé en el Paraná de Las Palmas, hice triatlón… Todo relacionado con el agua. De grande apliqué todas las incertidumbres que uno tiene como nadador, lo que me sirve para comprender a los chicos desde su lado, para ponerme en su lugar”.

Mustacciolo nació el Lima, partido de Zárate. Como su papá tenía miedo que sus hijos tengan un accidente en el río los mandó a aprender a nadar. Así, su vínculo con el agua nació cuando tenía tres años. Hoy, con 45, es un profesional que le permitió a Obras volver a soñar dentro del agua.

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