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Obras lucha contra el sobrepeso

Gabriela Parentini, Licenciada en nutrición (M.N. 2749 y M.P. 1227) que trabaja en el Instituto Obras y con los deportistas del club, explicó el trabajo que llevan adelante para luchar contra la obesidad y el sobrepeso, una iniciativa que ya lleva cuatro años, y marcó la importancia del acompañamiento de los padres en este tema.

-¿Qué trabajo hacen para luchar contra la obesidad y el sobrepeso?
-Todos los años controlamos a los chicos en cuanto a peso y talla. Con eso obtenemos el índice de masa corporal, que nos indica en que grado de nutrición está cada chico. Es un índice que se utiliza para la población total, lo hacemos en general. Después en cada caso particular habría que analizar si realmente hay sobrepeso o alguna patología. Pero bueno, esto nos ayuda año tras año a ver la evolución del sobrepeso y la alimentación en los alumnos de primaria y secundaria del colegio. El primer año nos llamó la atención porque nos dio un valor bastante alto, cerca de un 40 por ciento promedio. El mayor grado de sobrepeso se da en los chicos de entre ocho y 12 años. En varones se da más que en mujeres, porque quizás ellas se cuidan un poquito más. En ese momento tomamos la iniciativa de modificar el menú del Instituto, dar charlas y proponer trabajos sobre la temática. En el segundo y tercer año el estudio nos dio mejor, ya que el porcentaje bajó a 32. Sin embargo, este año nos volvimos a alarmar porque subió otra vez al 40. Este porcentaje no difiere mucho con la media del país y del mundo, pero hay que tener en cuenta que el Instituto Obras hace mucho hincapié en la actividad deportiva. Por eso nos ocupamos fuertemente de la alimentación. Hay que seguir trabajando sobre esto.

-¿Qué medidas tomaron ante este nuevo aumento de los resultados?
-Este año volvimos a hablar del menú. Además comparamos los datos que tenemos de los chicos que hacen actividad física y los que no, para ver si con eso podemos orientar a aquellos que no hacen deporte a que lo hagan. A la vez, es fundamental tratar de comunicarnos con los padres. Les hemos enviado notas para llamar la atención en forma general sobre este tema para que luego cada uno consulte con su pediatra. Por ejemplo, un varón de 17 años es probable que de sobrepeso porque posiblemente hace deporte, entonces tiene más peso de masa muscular. Eso está perfecto. Si el sobrepeso es de masa grasa, ahí sí estamos en problemas.

-¿La educación alimenticia empieza en casa?
-Sí, totalmente. El colegio puede ayudar porque es un ámbito de educación, pero los hábitos se traen desde casa. El niño debe aprender a comer a partir de los seis meses, cuando se le empieza a dar los primeros alimentos sólidos. Desde ahí hay que empezar a educar sobre la elección de los alimentos y las formas y los horarios de comer. Si no le ponemos atención a esa edad es muy difícil que después puedan adaptarse a cambiar la forma de alimentación. También hay que tener en cuenta la cultura de cada familia, si trabajan afuera o si están en casa, quien cocina, hay muchas cosas que influyen. Pero yo creo que se puede educar desde que son chiquitos a elegir todo tipo de alimentos, por ejemplo los vegetales, que es lo que más cuesta que coman. Si un nene de siete u ocho años jamás comió brócoli, no se lo vamos a poder incorporar en el colegio. La idea es contar con los papás para que se comience a trabajar desde el hogar y nosotros desde acá apoyar.

-¿Cómo funciona el kiosco saludable del Instituto?
-Está activo. Se venden frutas, barras de cereal, alimentos que no contengan mucha grasa. Sacamos las golosinas y los sándwichs de jamón y queso, que es lo que se vende habitualmente en cualquier lado. No se venden gaseosas sino jugos, yogur y ensaladas de frutas. Tratamos de que consuman ese tipo de alimentos, más allá de que después cualquier chico puede comprarse lo que quiera en un kiosco de afuera.

-¿Se hace difícil transmitir un orden alimenticio conviviendo con tantos estímulos negativos que genera el marketing de los alimentos no saludables?
-Sí, es cierto. Hay mucha oferta de alimentos industrializados que salen al mercado y muchísimo marketing para ofrecer estas cosas. Pero también tenemos mucha promoción que tiene que ver con la alimentación sana, así que uno tendría que empezar a ver con qué quedarse. Si bien existe mucha comida chatarra, hay una iniciativa de alimentarse mejor o de elegir comida más sana. Es difícil competir con la televisión y las grandes industrias, pero al mismo tiempo hay algunas empresas que están dando un poco más de información con sus productos con menos azúcar, por darte un ejemplo.

-¿Cómo trabajan con los deportistas del club?
-Con ellos hacemos un trabajo distinto. Los evaluamos en cuanto a masa grasa, masa muscular y masa ósea, lo que se llama antropometría. De esa manera podemos saber cuantos kilos tienen de grasa y de músculo, que es lo que realmente nos importa. Este estudio lo hacemos cada dos meses aproximadamente, y vamos siguiendo la evolución durante el año. Se les da un plan de alimentación según lo que tengan que mejorar y se trabaja en conjunto con los preparadores físicos. Ellos suelen tener otra cultura alimenticia, se preocupan y se interesan más. Además notan su condición. Dos kilos arriba de masa grasa en un entrenamiento lo perciben. Así se dan cuenta lo que significa el beneficio de tener un peso adecuado. Y si quieren ser deportistas de élite, las exigencias son mayores y necesitan un plan de alimentación más estricto.

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