El microestadio de Obras Basket fue el escenario para sorprender a los minis y preminis del club, en el marco del programa social “Obras en Obras”.
Las estrellas que participan en la Liga Nacional ingresaron al entrenamiento de los más chicos y las risas e ilusiones se hicieron presentes en el ambiente.
“Hoy necesitamos que tengan un poco de paciencia porque van a venir unos chicos nuevos”, dijo el entrenador, mientras los chicos, ansiosos, esperaban dentro del rectángulo de juego por las pelotas para hacer sus primeros lanzamientos.
Al cabo de una serie de actividades, la práctica fue interrumpida con la llegada de Ramón Clemente, Marcos Delía, Juan Gutiérrez, Bruno Fitipaldo, Selem Safar y Tomás Zanzottera, integrantes del plantel de la Liga Nacional, quienes tomaron el rol de un niño más y se sumaron a las actividades de inmediato.
Cuando los niños comenzaron a interactuar con los gigantes aurinegros, sus caras fueron pura sonrisa y el entusiasmo se plasmó en todas las actividades.
Primero jugaron a quitarse el balón grandes y chicos. Luego se propuso un juego de coordinación y dribbling en tres grupos donde se mezclaron los profesionales con tres equipos de niños. El trabajo consistió en llegar al otro lado con una serie de obstáculos y hacer una bandeja. Al cabo de un tiempo, los internos tomaron la iniciativa y se ubicaron debajo del aro para comenzar a bloquear los tiros de los más pequeños ante la risa generalizada.
“¡Le pasé por atrás a (Selem) Safar sin que me vea y le tiré a (Ramon) Clemente en la cara!”, gritó uno de los mini mientras el resto planeaba, en conjunto, estrategias para superar a los “monstruos” cerca del tablero.
La última actividad fue un 3 x 3 muy divertido. Los chicos se repartieron entre los dos equipos de mayores. Por un lado, el equipo de Clemente, Safar y Gutiérrez. Por el otro, Fitipaldo, Delía y Zanzottera.
El puertorriqueño Clemente se transformó en la atracción de la tarde con sus volcadas y la energía que transmitió entre los chicos aurinegros.
Llegó la hora de la despedida y mientras los mini pedían un rato más con sus nuevos compañeros, Julio Lamas esperaba a los gigantes para entrenar en el Templo del Rock. Una sorpresa inolvidable para los chicos que, seguramente, se repetirá en el futuro.